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sábado, noviembre 25, 2006

EL HUECO Y LOS PERROS

Y el humo sale, el ambiente se siente pesado en un sitio con pocos metros cúbicos de aire, en un sitio donde por fin me siento alto, alto ancho y sobredimensionado para el espacio en que me encuentro, muchas mesas de billar desgastadas y con ese verde azuloso producto de la combinación del paño con el mugrecito de la tiza que nunca nadie limpia. Si, es un billar, un billar hecho a escala. Un billar para niños!

El hueco es el nombre de ese local ubicado en la calle 45 con carrera 25 y medio, donde un tahúr de nuestra misma edad llamado Wilson Tabares nos enseño a jugar billar, un sitio con techos en pañete rustico y con una altura útil no mayor a los dos metros, paredes también en pañete rustico y terminadas con pintura para exteriores (yo me imagino que la idea de Fabio - propietario y administrador, era la de ahorrar en aseo) allí pasamos muchas tardes jugando minibillar y muchas mañanas capando clase, allí también aprendimos que las papas Margarita BBQ (hay uno que otro hampón que les dice “papas barbiquiur”) y una Coca Cola son uno de los mas maravillosos manjares gastronomicos cuando el presupuesto es corto.

El Hueco también nos enseño que no era bueno salir muy tarde de allí por dos razones:

Si se decidía ir caminando hasta la casa, detrás del colegio El Carmelo, te podría atrapar el duende de la 42, un ser perteneciente a la mitología Bogotana que asustaba a los borrachines y a los nenes que posaban de malos jugando billar, o….
Encontrarse a Eduardo, el novio de Silvia (una hembrita divina); en este caso el susto podía ser peor que el causado por el duende.

Estoy jugando billar, ahí, en el hueco; se siente el humito, la risa estruendosa y la pose de malo abunda. Entre tanta risa alzo la mirada y veo el poster famoso de los perros jugando billar, pero no en la pared… éramos nosotros. Si, yo y mis cuatro eternos amigos éramos cuatro perros jugando billar, que puedo decirles!…. Ese es el sueño, una vez mas lo digo, no es mi culpa, es mi subconsciente el que insiste en hacerme estas vainas mientras duermo.

Yo se que Oscar, Juan Diego, Alejo y Oliver han sido perros toda la vida, pero siempre han usado el disfraz de ser humano que no les queda del todo mal, lo que si sé es que como la mayoría de canes, son muy nobles y son los mejores amigos del hombre: Martin Villamizar, Pachito, como me dicen los muy perros.

1 Comentarios:

Blogger Oliver Plata dijo...

Definitivamente me hace reir, una risa de cómplice, de reminiscencia, aunque a Cani le moleste la actitud de "vejete", pero se puede hacer reminiscencia sin ser anciano. Lo que sí es definitivamente sueño es que yo haya compartido el escenario billarezco, pues es conocido y confirmado que, si bien mi papá era todo un estudioso del billar, con libros, técnica, costosos accesorios, no le heredé absolutamente del mentado deporte. Y no aprendí, entre otras cosas, porque, para continuar la condición canina que generosamente me adjudica el blogger, soy más bien perro callejero: mejor traducido, siempre he preferido los deportes al aire libre.
En fin, malísimo para el billar y además, lejos de enorgullecerme, aburridorsísimo "buen niño", tan correcto y disciplinado que nunca falté a clases, no puedo hacer parte de tan selecto retrato, más que por efecto de la fantástica virtud del mundo de los sueños. Otra cosa es que sí puedo dar testiminio del susto que se sufría al encontrarse con Eduardo, fuera bajo el dramático influjo de la escasa luz nocturna, o igual a pleno rayo de sol, lujo ecuatorial que echo de menos más de lo que hubiera imaginado. Lo más absurdo de ese temor era sentirse, de algún modo, como descubierto por él jugándosela con su novia, que estaba bastante lejos de alcance, en diversos niveles, en todo caso.
Bueno, a ver qué más aporte a mi reputación me regala en próximas entregas mi onírico hermano. Al menos, que sea para goce de los lectores, Salud!

3:28 p. m.

 

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